Una vez, y dos, y siempre.

Pienso que no es bueno amarrarse a nada, ni a nadie. Nos debilita. Las emociones hacen de nosotros gente débil, susceptibles a cualquier pequeño golpe, hacen que un «adiós» nos pinche el corazón, hacen que un «no»nos derrumbe, y hace que muramos de ilusiones. Claro que también nos traen grandes momentos, pero la gran mayoría de veces los que más nos marcan son los que más nos duelen.

Desde pequeñita soñaba con saber que era amar, que era sentirse el centro de del universo para alguien, el sentir mariposas en el estomago y ser correspondida a su vez. Supongo que es lo que la gran mayoría sueña, supongo que es la felicidad que esconde el amor. Pues bien, puedo decir que lo conseguí, que he vivido eso que tanto soñaba; he amado, he sido el centro del universo para alguien y  he conocido a las pequeñas mariposas que se esconden en nosotros… y ¿para qué? para sentirte rota cada vez que recuerdas lo que es eso. Aunque a su vez también me han hecho más fuerte, me han enseñado a llorar una vez, pero no dos. Me han enseñado a insistir, a intentarlo, a lucharlo, pero solo una vez, no dos. A vivir, una vez, y dos, y siempre.

¡Ojalá que esas pequeñas mariposillas no os rompan nunca!

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Vivir.

Hacemos la vida mucho más complicada de lo que ya es, evitamos los placeres, sin querer, pensando que en vez de hacernos bien nos harán más daño. Intentamos escondernos tras mentiras, cuando las verdades nos harán la vida mucho más fácil. Buscamos como locos lo que ya tenemos ante nosotros, nos ahogamos en dudas y en decisiones que sólo necesitan un sí. Somos nosotros quienes hacemos la vida más difícil, sin necesidad alguna. La vida fluye, y nosotros junto a ella, es dejarse llevar, dejar disfrutar… La vida ya es demasiado complicada como para que dejemos pasar los placeres.

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Querida piedra…

Típica chica que se tropieza con la piedra, se enamora de ella y se vuelve a tropezar, y cuando consigue levantarse y decide no volver a tropezar más con esa piedra, se cruza con otra y vuelve a tropezarse. Irónico, ¿verdad? Pues esa es mi vida, sí.

Mi vida es una suma de bajones y subidas, tan pronto como toco el cielo, bajo directamente al suelo. Teóricamente todo es bastante simple y fácil, consiste en evitar a la piedra. Prácticamente la cosa se complica, porque cuando te enamoras de la piedra te da igual cuántas sean las veces que te tropieces, que sarna con gusto no pica.

Cuando todo termina, te sientas a reflexionar, piensas que ya son muchas las veces que has tropezado por el camino, te planteas el cambiar, pero no te das cuenta de que eso va contigo, que no importa las veces que tropieces que seguirás viviendo de ilusiones, creyendo en amores y pensando en que algún día todo llegará. Pero no llega, y mientras tanto decides inocentemente seguir tropezando, con la pequeña esperanza de que los tropiezos se conviertan en besos.

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Y voy a celebrarlo

«Ahora que tenemos tiempo
enfadarse no vale la pena,
pues entre días de guerra hay paz
entiendo que tengamos problemas y el miedo no deja empatizar.
Y si te sientes raro coge mi mano
y estarás acompañado. Ven a celebrarlo.
Contentos con lo poco que tenemos.
En esta vida no se ensaya jamás.
Veinticuatro horas sin un móvil.
Ventanas abiertas y un paisaje inmóvil.
Salir y respirar maleza. La humedad de la montaña baña mi alma
y transpira calma al inspirar.
Para nada es fácil estar siempre sonriendo
pero cerca de los nuestros me medico.
Somos diferentes y por eso somos ricos.
Amistad entre iguales y en los grupos pequeñitos.
Para y mira a tu alrededor. Nada nos rodea,
no somos el centro, todos damos vueltas
hasta perder el control. Descarrílate.
El innegable placer cuando nadie te ve.
Sosteniendo un libro en el sofá solo en mi casa
debajo de una luz baja o calentándome el café,
o en medio de una fiesta bailándola a mi bola,
si nadie me controla así me siento bien.

Me quedo la risa, me sobra la prisa,
me he vuelto a manchar la camisa y voy a celebrarlo.
La vida ha puesto alta la música
y hemos venido a bailar.
Me quedo un ratito a mirar tus ojitos
que huelen como a primavera, y voy a celebrarlo.
La luz de tu mirada lúcida
ha visto la lluvia amainar.

Nadie dijo que era fácil, ni tampoco barato.
La vida es un regalo pero es solo para un rato.
Igual que estoy aquí tal vez no estoy mañana.
Celebremos la energía que nuestra amalgama emana
porque me alegro de verte y sé que tu de verme.
Ambos nos miramos, celebramos el presente con abrazos,
mirando el Tibidabo a contra luz y desde lejos.
Momentos a rememorar de viejos.
Momentos que recuerdas en los días de bajón
que son auténtico jarabe para la cara B del alma.
Se reconocerlos en tu cara
y en cualquiera de esos besos que cesan el retroceso de la calma.
Verdadera terapia. Eternas sobremesas aromáticas
con la mitad de plata y nada que envidiar
al ocio que fabrica la alienante discoteca.
Disfruto mi conciencia y adoro quedarme en Babia.
¿Callar o darle a la labia? Quizás la opción más sabia
es bailar en la tarima, según vaya la vaina.
No hay nada más bonito para el ánima
que el brillar de las pupilas cuando la fatiga amaina.
Vuélveme a contar aquella historia.
Van ochenta veces, pero vértela narrar es pura gloria.
Dichosos los momentos donde las almas claman
“¡Abajo los lamentos!¡Arriba los que aman!”.

Estaba lloviendo en mi negro corazón,
entró tu luz y la nube escampó.
Estaba viviendo en un negro nubarrón,
llegaste tú y salió el sol.

Me han tratado con una gratitud que no merezco
por algunas cosas que he escrito en momentos lúcidos.
Yo soy un músico que no toca instrumentos.
Saber que contigo conecto es un placer súbito.
Maitasun gehiegi hain denbora gutxirako.
Después del mai me quedaban monosílabos tan solo.
Haciendo colegas es como nos movemos.
Si a ti te llega a mi me hace sentir fenómeno.
Déjate de prolegómenos
que no menos de mil horas perdemos discutiendo entre nosotros sobre cómo…
¿Cómo hacer que llegue tanto amor?
En el pecho me nace la necesidad de dártelo.
Es un homenaje a todas las pequeñas cosas que nos llenan:
las risas en la cena, el brindis de verbena,
la pena que me da cuando te marchas,
las ganas de fumarme hasta tus tachas, matar la mala racha,
volverme a emborrachar con muchachos y muchachas,
parando por las plazas, pagando a pachas,
callejear, carcajear, armar jarana,
amar a mentes sanas, prender nuestras miserias en la hoguera
y quemar la cama, locuras de Miguel Noguera, ideas…
Si así eres feliz que así sea.
El viento susurra y el mar sisea.
Odisea, suena el “shhh…”, como en las olas.
Brinda conmigo y abandona tu bajona
a medio camino entre El Masnou y Barcelona.
La alegría que te da esa amistad que creías fría y de repente un día te llama…
La duda que no dejas que te coma…
Las damas que han compartido mi alcoba.
A alguna le fallé, alguna me gritó en la calle.
Con alguna ni follé (fui yo quien no pudo),
pero le mando besos por si me oye. ¡Un saludo!
Hoy he aprendido a no ser tan ruin,
yo, que me he frustrado tan a lo tonto siempre.
No hay fin, se que todo se va y todo vuelve
entre espuma de birra y humo de verde.

Derrito mi piedra, mojito y arena.
Me fumo un porrito a tu vera y voy a celebrarlo.
Comparto contigo mi droga
por volver a verte vibrar.
El amor desahoga, si te hice daño perdona.
La libertad nos enamora
y alguno se ha echado a volar.
Oye, que aquí hemos venido a bailar y yo voy a celebrarlo.
Esto me levanta cada mañana
y ya nada ni nadie me quita las ganas de andar.
Yo tengo un alma que todo lo aguanta
y hasta el alba danza para avanzar.
Bebiéndolo a sorbos, buscando mi karma,
la playa nos hará de cama y de sábana el mar.
Cierro los ojos y estalla la calma.
Entre zancadillas empecé a danzar y voy a celebrarlo.»

https://www.youtube.com/watch?v=arHPpQt9YMU

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Nosotros somos nuestros mejores maestros

Hace muchos años opte por escribir cuando me sentía mal, hacer de una hoja de papel y un boli un pequeño amigo que me escuchara cuando no tenía a nadie más. Y, a veces, el silencio y la liberación que te da escribir es mucho mejor que los típicos consejos que escucharás pero nunca sabrás llevarlos a cabo.

En muchas ocasiones, me he enamorado de la soledad, aunque otras veces se haga terrorífica, lo que tú misma te enseñas nadie más te lo enseñará. Y, es por eso, que vivo enamorada de los pequeños momentos que comparto conmigo misma, porque esos momentos me hacen reflexionar, me hacen darme cuenta de lo que verdaderamente quiero en mi vida. Y, he de decir, que mis mejores decisiones han sido sentada en el sofá con la única compañía de una manta.

Con todo esto, simplemente quiero llegar a la conclusión de que no necesitamos a «alguien» para poder ser feliz. La verdadera felicidad comienza cuando empiezas a quererte, porque si no te quieres tú no te va a querer nadie, y el paso de los años acabarán dando la razón a esta típica y simple frase.

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Ni una lagrima más

Me he pasado meses, días, horas y minutos esperando que todo cambiara, sin perder ni una pizca de esperanza y con la misma ilusión que una niña tiene cuando va a llegar la Navidad. He pasado días escondida bajo la almohada, con miedo a abrir los ojos y digerir la cruda realidad. Y mira que siempre me dije: «nunca dejes que un tío acabe con tu sonrisa», pero nada, parece ser que siempre hay alguien que derriba todos tus cimientos, y hasta a la mujer más fuerte le quita un pedacito de su corazón. Ya han pasado muchos meses desde el momento en que nuestros caminos se separaron, tiempo suficiente para pasar página y empezar a construir paso a paso nuevas historias. Ahora viene una nueva etapa, es decir, nuevas oportunidades, y ya no pienso quedarme a llorar bajo la almohada que tanto de mí sabe.

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Y ¿si esta vez aciertas?

Dicen que cuanto más alta es la subida mas fuerte es la caída, y sí señores, así es. Igual que llegue a subir a las nubes, caí al suelo, con la misma rapidez e inocencia. Te prometes a ti misma que esta vez no volverá a pasar lo mismo que en las anteriores, te autoconvences de que todo es diferente, incluso mejor. Piensas que no hay nada que pueda estropear el momento, que no hay nada que pueda hacerte darte de bruces contra el suelo, pero como no, te vuelves a equivocar… Aquel suelo que veías tan lejos de repente te lo encuentras frente a ti, pellizcándote para despertarde de lo que creías que era un sueño. Una caída más, una más en la lista de las cosas que prometí no volver a hacer, y es que al fin y al cabo me siento como si estaría dentro de un circulo vicioso. Acabaré decidiendo no volver a intentarlo, o no, tal vez acabe cogiéndole gusto a esto de chocar contra el suelo.

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Corren buenos tiempos.

Será de las pocas veces que no me salen palabras para explicar como me siento, se podría decir que estoy en un «shock» sentimental. Una gran mezcla de sentimientos me recorre el cuerpo entero, sentimientos que pensaba que no me volverían a tocar por dentro. Ya me da igual si el día sale nublado, o si me levanto con el pie izquierdo; no creo en los viernes 13, ni en la mala suerte que trae un gato negro, pero si creo en poder encontrar tu media naranja. Cuando crees que las cosas no pueden ir peor, aparece esa persona y en cuestión de segundos te hace la vida mucho más amena, la última persona en la que piensas al acabar el día y la primera en la que piensas al amanecer. Y sí, creo en esos «principes azules», esos que se quedan hasta la hora que haga falta para poder hablar contigo, esos a los que les gustas con una simple camisa y una gorra plana, esos que te prometen que algún día soñaras junto a él en la misma almohada. Tal vez sea una ñoña, pero hay momentos en la vida en los que no viene mal serlo.

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-IV-

Hay momentos en los que nos sentimos solos, en los que pensamos que no tenemos a nadie en quien apoyarnos, y claro está, nunca viene mal tener un hombro en el que llorar. Yo he sido una de esas personas que ha pasado por momentos duros en la infancia, muchas veces me he llegado a sentir como la oveja negra que nadie quiere, he recibido palos de la gente de mi alrededor, y simplemente por no querer ser igual que los demás. Nunca me ha gustado tener que asentir a todo lo que me decían, me gustaba dar mi opinión, y tal vez por eso no me conformaba con poco. Y es que por suerte o por desgracia el ser diferente no es tan fácil. He tenido que guardarme muchas cosas dentro de mí, por miedo a meter la pata, pero de los errores se aprende y por ellos ahora soy quien soy, una adolescente de 17 años con las ideas muy claras y rodeada de mucha gente que me quiere. Llego un momento en el que no quise dejarme pisar por nada ni por nadie, y la verdad es que los resultados obtenidos no han sido tan malos. 

Es una pena tener que aprender de los errores que uno comete, pero así es la vida. 

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-III-

Siempre queremos ser la típica persona perfecta con un físico extraordinario, que guste a todo el mundo, cuando ni siquiera nos gustamos a nosotros mismos. Se dice que para gustar a los demás primero debemos de querernos nosotros, porque si nosotros no nos queremos nadie nos va a poder querer jamas. El problema es: ¿sabemos querernos? El saber quererse es aceptarse a uno mismo con sus defectos y virtudes, sin tener que cambiar por nada ni por nadie porque cada uno es como es. Saber querernos es vivir con tus principios sin importar lo que dicen o dejan de decir. Y es que en realidad el saber querernos no es tan difícil, simplemente el problema es que no tenemos la perspectiva adecuada sobre el concepto «saber quererse a uno mismo». 

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-II-

A veces crees que no tienes a nadie, te ves sola porque quienes creías que tenías a tu lado por mucho más tiempo de repente sin decir nada desaparecen. Creemos que esas personas van a estar con nosotros en los malos momentos, pero cuando todo empieza a nublarse echan a correr y cuando vuelve a salir el sol vuelven a venir. Ahí te das cuenta de que esa persona no es una con las que puedes contar para lo bueno y para lo malo… Lo peor de todo es que puede llegar a pensar que cuando algo en sus vida comience a nublarse tú vas a estar junto a ellas, y tal vez la primera vez le acompañes cuando todo se nubla, tal vez la segunda vez también permanezcas junto a ellos, pero no habrá una tercera vez. Y así somos, nos gusta que estén personas junto a nosotros cuando las cosas nos empiecen a fallar, pero luego nosotros nunca estamos cuando a ellos les empiezan a fallar las cosas.

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-I-

Después de XVII capítulos en mi vida, he podido aprender varias cosas tras varios errores, es obvio que la experiencia obtenida hasta hoy no es mucha pero por algo se empieza. He aprendido que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de la mano, que esos amigos no son los que están en los buenos momentos, sino los que permanecen en los malos. También he aprendido que no hay que ir buscando tu media naranja ya que aparecerá cuando tenga que aparecer, porque cuando buscas a la persona con la que quieres compartir el resto de tu vida acabas dándote de bruces contra el suelo; las prisas nunca fueron buenas. Otra de las cosas aprendidas es que no todo son buenos momentos, también hay días en los que lo único que deseas es pasar el día con la cabeza bajo la almohada sin querer enfrentarte a lo que sucede fuera, pero también sabes que «no hay mal que por bien no venga». En conclusión, poco a poco se van aprendiendo cosas que te hacen crecer como persona

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La vida no es de color rosa.

Hay momentos en los que crees que la vida solo te da palos, piensas que las cosas buenas solo les sucede a los demás, pero como bien dice un dicho «no hay mal que por bien no venga». Queremos vivir solamente rodeada de buenos momentos, de cosas buenas, pero no nos damos cuenta de que cuando más aprendemos es cuando comentemos errores. Esos errores consiguen que ante los buenos y malos momentos podamos actuar de la mejor manera posible, no nos damos cuenta de que la vida no es de color rosa y de que los momentos mas duros son los que nos hacen más fuerte. 

Todos soñamos con esa vida perfecta, con tu media naranja junto a ti, rodeada de buena gente y lo más lejos posible de malos momentos; pero no vivimos en esas historias de cuentos en los que se acaba con un «vivieron felices y comieron perdices», vivimos en la vida real donde un día puede estar lleno de sorpresas.

«Aprende de los malos momentos y disfruta de los buenos».

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